La mala racha de España en Eurovisión, con Melody relegada al puesto 24 entre 26 participantes, confirma una crisis sistémica que requiere replantear estrategias artísticas, logísticas y geopolíticas. Con siete años consecutivos fuera del top 15 (salvo el tercer puesto de Chanel en 2023) y solo tres entradas en la primera década desde 2010, el país necesita un cambio de paradigma que combine identidad cultural, innovación escénica y diplomacia musical.
Diagnóstico de la mala racha de España en Eurovisión: desconexión entre lo local y lo global
El análisis de los últimos resultados revela patrones recurrentes:
1. Lingüística limitada: Desde 1999, el 75% de las canciones ganadoras han sido en inglés, mientras España insiste en el español sin adaptarse a códigos fonéticos internacionales.
2. Falta de riesgo escénico: Las propuestas españolas priorizan coreografías convencionales (flamenco, pop comercial) frente a conceptos innovadores como el piano flotante de Austria o el metal industrial de Finlandia.
El caso austriaco: lecciones de una victoria
JJ, ganador en 2025, demostró que combinar tradición (ópera) con tecnología (proyecciones 3D sincronizadas) genera impacto transversal. Su tema Wasted Love obtuvo el 60% de sus puntos de jurados profesionales, destacando por la «universalidad melódica y ejecución impecable».
Cinco estrategias para la reinvención de España y acabar la mala racha en Eurovisión
1. Selección profesionalizada
Implementar un proceso similar al Melodifestivalen sueco:
– Preselección abierta: Concursos regionales con jurados internacionales.
– Mentoring: Asesoramiento de productores con experiencia eurovisiva (ej: Thomas G:son, creador de Euphoria).
– Pruebas de estrés: Simulacros de actuación con interferencias técnicas y reacciones hostiles del público.
2. Fusión cultural estratégica
Desarrollar canciones que equilibren elementos identitarios y hooks globales:
– Ritmos híbridos: Incorporar percusiones latinas a bases electrónicas (ej: Fuego de Eleni Foureira, Chipre 2018).
– Bilingüismo creativo: Estribillos en inglés con versos en español/regional (modelo Stefania de Kalush Orchestra, Ucrania 2022).
– Narrativas universales: Temas como la resiliencia o la diversidad, que superan barreras idiomáticas.
3. Inversión en tecnología escénica
El 43% de los puntos en Eurovisión 2025 se decidieron por elementos visuales innovadores. España debe:
– Colaborar con estudios de VFX: Socios como The Mill (creadores de efectos para Måneskin) o Framestore.
– Experimentar con IA generativa: Diseño de vestuarios adaptativos o escenarios interactivos mediante algoritmos.
– Dominar el LED mapping: Transformar el escenario en extensiones narrativas, como hizo Ucrania en 2021 con Shum.
4. Diplomacia musical precompetitiva
Construir alianzas mediante:
– Giras promocionales: Conciertos en países con voto afín (Portugal, Andorra) y estratégicos (países bálticos, balcánicos).
– Colaboraciones transnacionales: Featurings con artistas de naciones sin participante propio (ej: Liechtenstein, Kosovo).
– Lobby en jurados profesionales: Presentar la canción a delegados nacionales durante los pre-parties.
5. Gestión de crisis geopolíticas
Aprendiendo de la polémica israelí en 2025, España debe:
– Monitorear sensibilidades: Evitar temas que polaricen (independentismos, migración) sin renunciar a mensajes sociales.
– Crear narrativas positiva: Asociar la participación a valores como la sostenibilidad (escenarios ecoeficientes) o la inclusión (colaboración con artistas con discapacidad).
– Preparar equipos de comunicación: Respuestas rápidas a boicots o fake news, como los sufridos por Suiza durante las votaciones.
Conclusión: hacia un modelo escandinavo
Los países nórdicos (7 victorias en 15 años) han demostrado que Eurovisión se gana con planificación a largo plazo, no con ocurrencias anuales. España necesita:
– Agencia pública especializada: Con presupuesto plurianual y autonomía de RTVE.
– Escuela de talentos: Formación en live looping, control de cámaras y psicología escénica.
– Alianzas con la industria: Acuerdos con sellos internacionales para distribuir las canciones más allá del festival.
La victoria de Austria con solo 9 millones de habitantes prueba que el tamaño no determina el éxito, sino la capacidad de conectar arte y estrategia. España, con su diversidad cultural y recursos creativos, tiene potencial para romper la mala racha… si entiende que Eurovisión ya no es un festival, sino un campo de batalla donde la música es el arma.
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